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Volver a noticiasLas redes urbanas de climatización como estrategia de combate al “efecto isla de calor”
Uno de los retos globales es la migración de la población a las ciudades y cómo éstas pueden gestionar los nuevos escenarios demográficos, que tensionan cada vez más las costuras del modelo económico, social, infraestructural, urbanístico, la movilidad, la energía y el clima. Uno de los efectos derivados de las aglomeraciones urbanas es la aparición del llamado “efecto isla de calor”. La pérdida del suelo natural y predominio del asfalto, el uso masivo de vehículos a motor que, al fin y al cabo, son máquinas térmicas, la utilización de materiales de construcción absorbentes y la omnipresencia de aparatos de aire acondicionado hace que la temperatura media de las ciudades sea varios grados superior al de otras zonas más rurales con las que comparten idéntica climatología. Este es el llamado “efecto isla de calor”. Durante el día, y con la insolación, el calor se acumula y se libera en parte durante las noches, impidiendo que la temperatura baje, acumulándose más calor al día siguiente de manera cíclica.
Los aparatos individuales de aire acondicionado son especialmente insolidarios, porqué trasladan el calor del interior al ambiente exterior, de manera que, cuanto más calor hace, más funcionan y más calor disipan al ambiente, recalentando el mismo y desencadenando un perverso círculo vicioso. No sucede así con las redes de climatización urbanas o district cooling. Las redes de climatización urbanas producen centralizadamente el frío y lo suelen hacer apartadas de los núcleos de población pero, además, en numerosas ocasiones condensan sus equipos utilizando el agua del río (como el caso de Districlima Zaragoza) o del mar (como el caso de Districlima en Barcelona), medios térmicamente ilimitados a estos efectos. Si, además, producen el frío durante la noche (cuando la temperatura ambiente es menor) y lo acumulan en depósitos estratificadores de agua o en forma de hielo, el uso de equipos de producción durante el día aún es menor.
Esta contribución de las redes de climatización urbana se plasma en valores objetivos: Tabreed, gigante del sector del que el Grupo ENGIE participa en un 40%, tiene estudios que demuestran que la temperatura ambiente de la ciudad, el “efecto isla de calor”, es de 1 a 2ºC inferior en caso de existir la red de district cooling en vez de los cientos de aparatos de aire acondicionado que son sustituidos. Valores similares se obtienen en la red de Climespace en la ciudad de Paris.